viernes, 28 de marzo de 2008

Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa

Cobos

Es una calle pequeña que llega a la plaza de la catedral, o que sale de ella para conectarte con otra calle. Mucha gente que la busca pregunta en mi esquina de Candelaria por ella, y cuando digo mucha gente, quiero decir eso, mucha gente. La impresión que da es de estar siempre por abrirse o por cerrarse algún local en la calle. En semana santa huele a incienso en toda la calle, ya dije que es pequeña, porque tiene dos cofradías instaladas ahí, y algún almacén de alguna cofradía donde guardan esas cosas plateadas que a ellos tanto les gusta (¿se nota que ni me gusta, ni tengo idea de la semana santa?). Y es precisamente en semana santa cuando más concurrida está, porque es una calle aledaña a la carrera oficial.

Los días entresemana mucha gente se ve pasando en la calle para llegar de un lado a otro, los días de fiesta es una calle desértica donde a veces se pierde algún turista que entró desde la plaza de la catedral.

Pero era entresemana cuando las dos chicas de las dos tiendas pequeñas de Cobos, la de abalorios y la étnica, estaban charlando en la calle en uno de esos momentos que tienen las horas de trabajo en un comercio, los momentos de charla con los de las tiendas vecinas, cuando apareció por la calle Colón una chica joven con varias bolsas de supermercado en la mano, se acercó a ellas y preguntó:

- ¿La calle Flamenco dónde está?

Cobos, Colón y Manzanares se llevan la palma a la hora de preguntas de los despistados, seguidas a distancia de la calle Santo Cristo. Pero la calle Flamenco saben las dos que está muy cerca, aunque no pueden precisar el sitio concreto, así que le preguntan a la chica para obtener alguna pista:

- ¿Buscas alguna tienda o algún comercio o algún sitio en concreto?

Eso de tomar referencias tiene lo que tiene, que uno sabe dónde está El Corte Inglés, pero no sabe cómo se llama la calle.

- No.- dijo la chica casi llorando - busco mi casa-

Las otras dos no se lo podían creer, aunque joven, los veinticinco años no los cumpliría otra vez, y desde luego no tenía cara de "picaíta gaditana"

-¿Tu casa cómo?- preguntaron.

- Es que me mudé ayer, y hoy he salido a comprar algunas cosas pero me he perdido, sé que es por aquí pero llevo media hora dando vueltas y no consigo dar con la calle.

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