viernes, 21 de marzo de 2008

Amorerías II

Esa mañana todas las mujeres me miraban a la cara, incluso algunos hombres.

Como me había levantado optimista, tal vez por unos sueños felices de los que no me acordaba al despertar, tal vez por un descanso de más de ocho horas, pensé que era uno de esos días en los que uno está guapo. Esto subió aún más mi autoestima.

A veces la suciedad del mundo hace pedazos las ilusiones más infantiles.

Me subí al autobús y me senté al lado de una ventanilla. Al mirar por ella, el cristal se convirtió en espejo gracias a la suciedad y me estrellé contra mi cara recién afeitada, todavía con los tres trozos de papel higiénico puestos en los cortes. Entonces comprendí por qué las chicas me sonreían y algunos hombres me hacían señas que yo malinterpretaba.

Así pues, cuando bajé del autobús me volvía a considerar feo y por supuesto no era nada optimista.

Pero esto no me impedía apreciar la belleza.

Cuando ella se acercó a mí yo supe que era guapa, que digo guapa, era bella, bellísima. La hora. Me sentía envuelto en ojos.

La hora.

Quizás uno se enamore con amor verdadero a través del trato, la hora. Quizás tan sólo viendo las virtudes de carácter puede incendiarse el alma con la llama verdadera. Pero el calor que ella despedía, la profundidad de sus ojos, la hora. Las seis menos cuarto.

¿Por qué no puede uno arriesgarlo todo a una carta, a la menor oportunidad?

Gracias. Todas las posibilidades estaban en un sí y en un no. Perdona, ahora me gustaría a mí hacerte una pregunta: ¿quieres ser mi amor verdadero, vivir conmigo una vida de pasión y aventura? No se lo van a creer, pero ella sonrió y sus ojos dijeron muchas cosas en el idioma de los ojos que saben hablar, desgraciadamente yo no lo entendía, pero me daba ilusiones. No la he vuelto a ver, y si me la cruzo, tal vez ya no la recuerde y sus ojos estén sólo en mi imaginación.

Se dio media vuelta y se marchó.

Una posibilidad que no se me había ocurrido. Afortunadamente, ni me hizo inmensamente feliz, ni destrozó mi corazón en mil pedazos. Yo pude continuar mi camino. Pero algo sí se alteró. Al salir de casa era optimista, al salir del autobús pesimista, y al salir de las seis menos cuarto, aunque aturdido, era feliz.

6 comentarios:

sinverweb dijo...

Nos asombramos porque nos da la gana de veintemil carajotadas trenológicas y pocas veces reparamos en la maravilla que se esconde tras el lenguaje de las miradas o los gestos, o los olores o el movimiento de los otros cuerpos. Lo vemos y lo interpretamos todos los días, pero han hecho falta miles de generaciones, montañas de antepasados para crearlo. Ese lenguaje que se aprende en pocos años y nunca se termina de dominar es uno de los mayores logros de estos primates sin pelo que nunca hemos dejado de serlo del todo (primates, digo). Sobre todo los ojos, de los que hay quien dice que no es que sean el espejo del alma, sino la misma alma (nuestro sistema nervioso) asomada a dos ventanas de la cara.
De todo esto me ha dado que pensar tu cuento, Gorri. Y que ya es primavera, claro.

Beatriz Montero dijo...

Ay, que bonito, bonito. Que cosas le pasan a uno. La proxima vez quitate los papelillos de la cara a ver si ademas de la hora te la llevas al huerto si no es para toda la vida al menos para un ratillo.

GALATEA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
GALATEA dijo...

Bellas palabras y bello suceso. ¡Qué gran fuente de energía los ojos, la mirada! Y qué hermoso que alguien se fije en ellos e intente escudriñar su significado. Has tocado mi fibra sensible y mi punto de referencia para conocer a las personas: esas "dos ventanas por las que se asoma el alma" como acertadamente dice "sinverweb"... y es que dicen tanto los ojos... En fin, no sigo que me pongo "tonta"...
Me ha encantao gorrión

sinverweb dijo...

¿Era pa tanto er comentario suprimido? Más dejao con la intriga. Mándamelo al mail, si no las borrao. Es que soy la jartá de cotillo...

Juanjo Merapalabra dijo...

Vaya, me alegro que os haya gustao, no sabía yo que un blog de sinvergënzas estuviera repleto de romántic@s. Parece que nos pueden los suspiritos aaayyyyssss ;)

Ahhh, no fui yo el supresor del comentario :(