miércoles, 19 de marzo de 2008

EL MÓVIL ( Y 4)

Desde ese día he hablado muchas veces con él. Su voz ya me es familiar y no es la de un niño, porque no conversa como un niño. Pero en ella resuenan la inocencia y la bondad y es un placer oírla. Aunque parezca estúpido podría ser la voz de un duende (o un hada, porque no logro ponerle sexo).

Me ha avisado de obstáculos y me ha sugerido soluciones en circunstancias muy diversas. Incluso me mandó un SMS con la combinación de la bonoloto (y había un bote acojonante).

¿Que es increíble? Ya, lo que pasa es que desde lo del grifo no ha vuelto a dar ni una. Hasta la película resultó ser un pestiño inaguantable. De la bonoloto ni hablamos: no acertó ni el reintegro. Si hubiera hecho caso de todo lo que me ha aconsejado, ahora estaría metido en más de un marrón, así que no he seguido más ni uno de sus consejos. Y es que, tal como está la tecnología, ¿qué se podía esperar de los duendes o de las hadas? Ni de un móvil, claro, ni de un móvil.

Koniek

1 comentario:

Juanjo Merapalabra dijo...

Buen final, imprevisible. Para mi gusto quizás un poco precipitado. Sigue ansín chiquitín que te seguiré leyendo.