miércoles, 12 de marzo de 2008

ANDREA

La mamá de Andrea había subido a tender. Cada vez que su madre la dejaba sola en casa, ella procuraba destrozar algo para ver qué pasaba. En esta ocasión eran los platos. No. Eran las cabezas de los caminantes que se aventuraban a pasar por debajo del balcón del primer piso donde vivía Andrea. Pero Andrea no le había cogido muy bien el tranquillo a eso del tiempo y la velocidad, y de momento sólo eran platos. Ya había tirado todos los de sopa y tan sólo había conseguido asustar, ser insultada y comprender que después de tirar el plato, tenía que esconderse, y asomarse después disimulando para ver cuál era el jaleo de la calle:

- ¿Qué está pasando que no se puede dormir?

Pero eran las doce de la mañana.

- ¡Oiga, hagan el favor de no gritar tan fuerte que no consigo aprenderme la tabla del cuatro¡

Esto sí hizo un gran efecto, porque le pidieron perdón mientras sonreían y comentaban lo graciosa e inocente que era.

3 comentarios:

Beatriz Montero dijo...

Vaya con Andrea, espero que no tenga mucha puntería.
Al principio pensé que era una niña muy pequeña de dos o tres años. Buen final.
La niña es mayor, ¿verdad? Lo digo por lo de la tabla de multiplicar.

Juanjo Merapalabra dijo...

Bueno mayor no es ocho o nueve años Bea, o no sé, los niños siempre fuimos más inmaduros.;)

Beatriz Montero dijo...

Verás illo, que como estoy ahora contando un montón para bebés todos aquellos que no gateen ya son mayores pa mí ;) jaja