martes, 19 de febrero de 2008

HISTORIAS DE CARNAVAL

A una tía se le cayó una teta y yo la recogí. No, no es que tuviera las tetas caídas o algo parecido, es que con los apretujones de las calles más transitadas en carnaval, alguien le debió dar un empujón o un codazo y se le cayó. Yo lo vi la recogí y le dije oye se te ha caído esto. Ella me miró enfadada y dijo tío no me cojas la teta no seas guarro. Perdón no soy guarro es que estaba en el suelo. Joder tío que me sueltes la teta. Es que si la suelto se volverá a caer. Pues que se caiga quién te ha dicho que yo quería que la recogieran. Podías haberla tirado a una papelera o haberla llevado a un centro de acogida de tetas que ya no quiere nadie, o algo. Suéltame la teta. La gente me miraba y la miraba a ella. Yo no parecía caerles simpático y encima tenía una teta que no era mía en la mano. La solté. Ella se volvió y siguió caminando entre el gentío. Entonces yo me quedé mirando la teta en el suelo, esperando, con cuidado de que nadie la pisara. Cuando desapareció en entre el gentío me agaché a recogerla y salí de la marea humana a una calle poco concurrida. No sabía qué hacer. Examiné la teta y me pareció que tenía hambre. La verdad, mi relación con las tetas femeninas se limitan a las morbosas y sexuales, es decir, a mirarlas con cara de salido o acariciarlas y succionarlas con distinto grado de pasión cuando tengo la oportunidad, así que no tenía ni idea de lo que come una teta. Le pregunté a una chica que pasaba con una botella de vino en la mano y los ojos como la parte de atrás del vidrio mojado, perdona que comen tus tetas. “Te va a comé las teta de tu puta madre, qué, ma visto meá entre los contenedore y ta puesto caliente no, guarro, asqueroso, salío...” Una ristra de insultos larga y creativa se fue perdiendo entre eses para incorporarse a esa calle concurrida de la que yo acababa de salir.


Intenté darle calor entre mis manos y acercándomela al pecho mientras caminaba a encontrarme con mi amigo, llegaba algo tarde con el incidente, la teta me agradeció ese calorcito porque el pezón se le endureció. Llegué donde mi amigo y se la mostré. ¿Te gusta? Sí, está muy bien. Pues te la regalo. Se la puse entre las manos y me fui.


Hasta ayer no lo volví a encontrar y le pregunté por la teta. ¿qué teta? Joé po la que te dí en La Viña la úrtima madrugá. Quillo Gorrión, a tí er moraso te sentó malamente, en?. No seguí inquiriendo pero me da la impresión que la debe tener encadenada en su cuarto para que le sirva de esclava sexual y no quiere que nadie lo sepa ni que yo lo denuncie. Va listo.

3 comentarios:

Beatriz Montero dijo...

Jajaja. Ay, esas tetas de carnaval.

JMG dijo...

No me lo puedo creer, lológico es que hubiera sido un gaditano vestido de mujer....

Juanjo Merapalabra dijo...

No disimule ere tú er que taquedao con ella